La manipulación de la culpa
¿Nos sentimos culpables a veces por no hacer las cosas tan bien como desearíamos o por decepcionar a alguien a quien queremos o admiramos?
¿Qué es lo que nos produce este poderoso sentimiento de culpa que nos corroe de vez en cuando?
¿Qué emociones y sentimientos se mueven dentro de nosotros cuando nos sentimos culpables de alguna cosa? ¿Sobre todo cuando es una cosa que no hemos hecho o dudamos de haberla hecho?
Fácilmente identificamos sí nos sentimos culpables por una cosa de la que somos responsables, però ¿qué pasa cuando sabemos que no lo somos y lo acabamos dudando porque alguien importante para nosotros nos hace depositarios de una responsabilidad que no sentimos nuestra?
El chantaje emocional no es más que la manipulación de la culpa por parte de alguien que, consciente o inconscientemente, está dispuesto a sacar beneficio de ello.
Se trata de buscar la víctima propiciatoria y clavarle dentellada......, el problema es que a menudo los dientes no se ven y la mordedura tampoco, y resulta difícil enfrentar una cosa que no estamos seguros que esté pasando.
Como se expresa el chantaje emocional?
El chantaje emocional se expresa a veces de una forma directa y violenta, pero en muchos casos circula de una manera sutil, sin hacer ruido, como caminando de puntillas por encima de algo que no quiere ser descubierto.
Este algo es la necesidad que tiene el chantajista de saber cuáles son los puntos débiles de la víctima para utilizarlos con el fin de mantener el control de la relación.
El lobo vestido de ovejita
El lobo vestido de ovejita enseña la patita para mostrar que es inofensivo. Ya puedes estar tranquilo, puedes confiar, baja la guardia, te puedes soltar.
Atacar los puntos débiles
I así, confiadamente, nos vamos abriendo y mostrando nuestras debilidades y nuestros deseos, haciendo al otro partícipe de nuestros sueños y de nuestras miserias. Podemos recibir comprensión, soporte y halagos, y quizás lo agradecemos y lo interpretamos como auténtico, y quizás la persona de quien lo recibimos cree que lo siente de verdad, cosa que la hace aún más creíble.
Pero en realidad, todos estos sentimientos están en función de recibir algo a cambio, es por ello que sólo perdurarán mientras el chantajista reciba la ración de energía que necesita de nosotros
Cuando por las razones que sean se acentúen las diferencias que conllevan toda relación, y el chantajista no obtenga la ración de lo que crea suyo por derecho divino, empezará a funcionar el chantaje en su más pura esencia.
Las intimidades que hemos compartido se convertirán en el blanco de ataques emocionales sutiles, que abrirán heridas difíciles de detectar descolcando a la víctima. Es lo que llamamos un golpe bajo, un jarrón de agua fría, es la antesala o la versión descafeinada de un maltrato, ya que coexisten dos características comunes: el desprecio sutil, y la desvalorización nunca reconocida por el autor, expresada en un lenguaje envenenado.
El lenguaje envenenado
Este lenguaje "emocional"envenenado es nuevo y diferente al lenguaje común que todos conocemos, y está hecho de reproches sutiles y sugerencias descalificadoras, siendo irreconocible por el interlocutor que permanece confundido porque no puede creer que la persona a la que tanto quiere le esté diciendo cosas tan duras, y porque al estar formuladas de una forma ambigua es difícil identificar la violencia que desprenden.
A menudo, esta actitud, se convierte en una provocación constante desde una posición victimista, que al no ser detectada como tal, origina dudas en la otra persona quien acaba pensando que es la responsable de no hacer bien las cosas, justificando al chantajista y culpándose por decepcionarlo.
Suponiendo que el interlocutor proteste y se enfade para defenderse, es señalado como el provocador, inviertiéndose así las posiciones. A partir de este momento se suele entrar en un círculo vicioso de maltrato ya más grave, donde el chantajista se presenta como la víctima, y la víctima asume la culpa de los problemas de la relación.
La amenaza de desamor
El chantaje emocional se presenta de maneras muy diferentes, adopta mil caras, a menudo difíciles de identificar por la víctima, y se da en todas las edades y condiciones.
La característica principal que la identifica es la amenaza implícita o explícita de desamor que siempre está presente, y no por casualidad es la necesidad más importante de la víctima.
Este desamor se manifiesta a través de múltiples versiones, todas ellas de expresión ambigua y con falta de claridad verbal y emocional, condición indispensable para crear una duda razonable en la víctima.
La amenaza de desamor, se exprese como se exprese, siempre es un ataque a la identidad de la otra persona, que, si es muy diferenciada de la del chantajista, representa una amenaza para él, ya que considera a la víctima como una prolongación de él mismo, y por tanto, una propiedad indiscutible.
Todos hemos utilizado alguna vez el chantaje emocional
- El niño que amenaza con no comer si no le dan lo que quiere. "Si no me dejas jugar no comeré"
"SI NO ME DEJAS JUGAR NO COMERE"
- El joven que muestra su agresividad si sus padres no le dan dinero.
- El padre que le dice a su hijo que si no se porta bien ya no lo querrá porque es un niño malo.
- La mujer que reclama más atención a su marido haciendo demandas imposibles de complacer, poniendo al marido en una situación de impotencia para satisfacerla.
- El marido que no sabe o no quiere tomar partido ante una decisión y se lo monta para conseguir que sea su mujer quien decida y así no tener que responsabilizarse de la situación.
- El jefe que que amenaza de despido a un trabajador si no trabaja horas extras sin cobrarlas.
AMENAZA DE DESPIDO.
- Los padres que dicen a sus hijos que su vida no tendría sentido si no los necesitaran, comprometiendo así su evolución hacia la madurez.
- Los padres que sobreprotegen a sus hijos sin mala intención, con la idea de que no sufran, cuando en realidad calman su propia ansiedad.
De todas maneras es importante hacer una aclaración: una cosa es el uso ocasional del chantaje emocional, y otra muy distinta, es que éste se constituya en un sistema de funcionamiento que determina el tipo de comunicación en una relación.
¿Qué tienen en común estas situaciones?
Tener pendiente y esclavizado al otro.
Obtener más atención sin pedirla de forma clara y hacer reproches para que el otro se dé por aludido y acabe pensando que tiene la obligación de satisfacerlo.
Nunca tiene bastante y nunca está contento con lo que se le da, y lo expresa quejándose y pidiendo más.
No es agradecido, ya que serlo implica reconocer las propias necesidades, pedir ayuda y valorar a quién las satisface.
La demanda de atención suele ser ambigua y el mensaje contradictorio: manifiesta confusamente lo que quiere y a la vez da por descontado que los demás no se lo darán, haciéndose la víctima y pervirtiendo así el acto de pedir.
En definitiva, controlar al otro haciéndole sentir responsable de su bienestar a través de la culpa.
Consecuencias del chantatge emocional
- Insatisfacción y ansiedad crónica.
- Sentimientos de rechazo y de rabia.
- Dependencia psicológica, ya que en este tipo de vínculo, no sentirse culpable se asocia con la idea de dar bienestar al chantajista, y como éste nunca tiene bastante se crea un círculo vicioso.
- Necesidad de huir de la presencia del chantajista porque hace sentir atrapado.
- La sensación de que las otras cosas de la vida no son lo bastante importantes o no se atienden lo suficiente y se van aplazando, siempre en función de complacer al demandante.
Efectos sobre el cuerpo del chantaje emocional
Las emociones y sentimientos que no expresamos o no sabemos identificar y reconocer como propios, si son duros de sentir como la rabia, la tristeza, la ansiedad, etc., suelen notarse como malestares difusos que al no poder ser formulados a través de la palabra, no los podemos nombrar.
Cuando no podemos dar nombre a una emoción o a un malestar que sentimos, es como si no existiera, y por tanto no le podemos hacer frente.
Es por este motivo, que muchas veces, al no tener una vía de salida legítima, se expresan indirectamente a través del cuerpo: dolores de espalda, fibromialgia, trastornos gástricos, eczemas, alergias, dolores de cabeza, asma, hipertensión arterial, gripes, neumonías, y una extensa lista de trastornos que provienen de un estado de ánimo, que al no poder detectarse qué lo origina se traduce en una disminución inmunológica, expresándose en trastornos psicosomáticos que requieren por parte del médico un diagnóstico que contemple una perspectiva amplia y psicofisiológica de la salud.
La proliferación de diagnósticos hiperespecíficos que se encuadran en un marco de referencia limitado perdiéndose la perspectiva integral de la salud, propicia diagnósticos equivocados y dificulta la recuperación de las personas ya que la orientación terapéutica es errónea.
De aquí la importancia de poner palabras a las emociones y legitimarlas. Y no podremos legitimarlas si no sabemos identificar la causa que las origina, culpándonos, por ejemplo, por sentir rabia contra alguien a quien queremos si no podemos identificar porqué.
Telaraña emocional
¿Qué nos tiene atrapados en esta telaraña emocional?
¿Porqué no nos damos cuenta de que algo está pasando?
¿Seguro qué no intuimos que algo va mal?
¿Lo captamos? ¿ Podemos ponerle solución?
Diferentes factores nos mantienen en esta trampa emocional
La necesidad de que nos quieran cuando es muy intensa y proviene de carencias emocionales tempranas. Hace que necesitemos adherirnos al otro buscando la gratificación emocional dándole lo que necesita y olvidando nuestros verdaderos deseos. Crea lazos de dependencia muy fuertes que nos aliena y nos lleva a la insatisfacción crónica.
La falta de reconocimiento que podemos haber sufrido en las diferentes etapas de la vida. Dificulta la confianza en nosotros mismos.
La falta de figuras de referencia sanas y fuertes con quien poder identificarnos a medida que vamos creciendo. Hace que nos sintamos perdidos y seamos muy influenciables, origina falta de seguridad en el propio criterio y somos fácilmente manipulables.
¿Que implicaria detectar y detener este mecanismo del cual somos victimas pero tambien complices inconscientes?
¿Quizás creeremos que vamos a perder en ello más que a ganar?
¿Perderemos el amor, la aprobación y el reconocimiento de la otra persona y nos sentiremos solos?
¿Quizás sí cortamos este vínculo patológico nos sentiremos vacíos y nos daremos cuenta que no tenemos proyectos propios de vida y ello nos hace sentir desorientados?
¿Es por eso que nos cuesta detectarlo y detenerlo?
¿Como podemos detener el chantaje emocional?
Primer paso:
Detectar las expresiones ambiguas
La madre anciana con limitaciones de movilidad:"Hijos, qué buen dia hace hoy!, vais a salir a comprar? Claro....siempre estáis tan atareados, pobrecitos,....mira, yo aquí, sentadita como siempre...salid, salid, no os preocupéis, yo ya estoy acostumbrada a estar sola".
Actitud culpabilizadora
Los hijos: ¿Mamá, quieres salir? No te preocupes que en seguida volvemos, corre, corre Pepe, que mamá no quiere estar sola, ay qué angustia, tengo un dolor de espalda!"
En este caso, la respuesta de los hijos refleja la urgencia de responder a la demanda que es vivida como una obligación. La necesidad de complacer va acompañada a menudo de sentimientos de rabia que no se suelen expresar, y que si se expresan generan nuevos sentimientos de culpa ya que consideramos ilícito sentir rabia por quien amamos.
EXPRESION DE RABIA O ANSIEDAD
Esta rabia no canalizada, se vuelve contra nosotros mismos y a veces se traduce en malestares psíquicos, como ansiedad, necesidad de "picar" entre horas, insatisfacción crónica, dolores musculares, digestiones pesadas, picores y toda variedad de trastornos psicosomáticos.
Sentimento de culpa
Segundo paso:
Traducirlas en lenguaje claro y expresarlas directamente.
Los hijos: "Mamá, si quieres salir nos lo puedes pedir, es que chica.....tal como lo dices parece que nunca hagamos nada por ti. No juegues a la pena, si nos pides claramente lo que deseas nos darás la alegría de podertelo ofrecer y tú tendrás la oportunidad de agradecérnoslo.... Ya sabes que no nos importa complacerte".
La madre:"No, es que no quiero molestar....." Los hijos: "Otra vez no mamá, por favor...¿no puedes hablar claro? ¿No ves que tu actitud nos crea rechazo y nos aleja de ti? Siempre te haces la víctima. ¿Tanto te cuesta ser honesta con nosotros? Haciéndonos sentir culpables te estás ganando nuestro desinterés. ¿Es eso lo que quieres? Depende de ti cambiarlo. Pepe, llama a los niños que nos vamos al teatro. ¡Adiós mamá, hasta luego!
Respuesta sana al chantaje emocional
Tercer paso:
Permitirse sentir rabia y atribuirle un valor legítimo, ya que es un sentimiento que en muchos casos nos facilita defendernos y tiene la función de supervivencia emocional, preservando nuestra identidad ante actitudes desvalorizantes y de anulación.
Quizás, poco a poco, la rabia podrá disminuir cuando nos demos cuenta de que el chantajista es un minusválido emocional, y aunque pueda llegar a ser muy destructivo, no parece tener otros recursos para conseguir afecto y lo acaba robando de los demás. Para conquistarlo debería cuestionarse su actitud y asumir sus carencias y generalmente no está dispuesto o no puede hacerlo.
A pesar de todo, es importante entender que el poder que le permite manipularnos se lo damos nosotros, quizás sin darnos cuenta. De aquí la necesidad de revisar también nuestras carencias para protegernos de depredadores emocionales, pero también y sobre todo para enfrentarlas, y mediante un cambio de actitud adquirir la fortaleza que nos dará una libertad que reafirmará nuestra identidad.
Observaciones:
Las personas que utilizan el chantaje emocional, no han podido o sabido desarrollar la comunicación como un sistema adulto al relacionarse. Se han quedado a medio camino, en una etapa infantil como el bebé, que desprovisto de otros recursos, utiliza su cuerpo como vía para mostrar a sus padres cuáles son sus necesidades. Y eso para el bebé es una herramienta de supervivencia incuestionable.
De una manera similar, el chantajista emocional, actúa de "pobre de mi", para llamar la atención a fin de lograr que los demás cubran sus necesidades.
El desarrollo de un sistema de comunicación adulto requiere de la capacidad de "ponerse en la piel del otro" para sentir lo que el otro siente, alegría, pena, confusión...., lo que genera actitudes de empatía, establece complicidad y posibilita la capacidad de amar, de ofrecer ayuda y de ser solidario.
Lejos de justificar este comportamiento, quisiera invitar a los lectores a reflexionar sobre cuáles creen que pueden ser las causas de este tipo de actitud, y si se encuentran a menudo con personas que la transmiten.
Está claro, que está forma perversa de funcionamiento que hemos descrito, no es subsidiaria solamente de personas, se da también en colectivos. Identificarla y diferenciarse es una garantía de supervivencia emocional y una forma de compromiso para preservar la libertad individual y colectiva.