Nuestro funcionamiento ante la vida como adultos pone en juego todo lo vivido, aprendido y olvidado en las etapas anteriores. Nuestra personalidad, configurada durante la infancia y adolescencia, determinará en cierta manera nuestro posicionamiento al afrontar nuevos retos, compromisos y responsabilidades. Expectativas personales, laborales y familiares formarán parte del proyecto vital escogido para dirigir nuestra vida. Tendremos que superar obstáculos y solventar conflictos que son inherentes a la vida misma. Al principio quizás estas situaciones nos encallarán, pero si nos detenemos a reflexionar sobre el sentido de nuestras contradicciones podemos aprender recursos propios que no conocíamos y que nos ayudarán a avanzar con más energía, sólo si somos conscientes de nuestras acciones.